La historia comienza con el Dr. Orloff en la cama y a punto de morir revelando a su fiel discípulo, el Dr. Jeckyll, el secreto para dar vida y controlar seres inanimados. Este científico no tardará en llevarlo a la práctica y revive a un hombre con la ayuda de diversos artilugios eléctricos. A este hombre, que denomina Andros, lo puede controlar para que cumpla todos sus deseos mediante ultrasonidos, como si de un perro se tratara.
Al poco aparece por el palecete donde reside y trabaja el Dr. Jeckyll junto con su atormentada esposa la sobrina del científico que viene a pasar unos días de vacaciones y a arregalar algunos temas legales. Desde el principio el científico es muy reacio a la llegada de su familiar, entre otras cosas, porque resulta que Andros -que también lo esconde en su propia casa- era el padre de la joven que fue asesinado por Jeckyll al verlo en la cama con su infiel mujer, como posteriormente nos revelará la mencionada esposa.
El malvado científico utiliza a su muerto viviente teledirigido para asesinar a varias muchachas que trabajan en distintos clubs de la ciudad. Paralelamente, Andros no tardará en buscar a su hija en la casa, haciendo que la muchacha comience a investigar sobre quién es realmente -ya que ella nunca lo conoció en vida- y por qué está en ese estado. Cuando la muchacha se acerca demasiado a la verdad, su propio tío intenta asesinarla pero logra salvarse gracias a la ayuda de su padre muerto que termina por asesinar a su amo. Finalmente, la hija de Andros lo traiciona para que la policía pueda abatirlo y dar por cerrada la investigación sobre las extrañas muertes.
"El secreto del Dr. Oloff" es una interesante película que por momentos cuesta creer que está dirigida por Jesús Franco -Jess Franck en los título- comparándola con otros trabajos-bodrios posteriores del Tío Jess sobre esta misma temática, como "La tumba de los muertos vivientes" de 1982 o "La mansión de los muertos vivientes" de 1985 que no había por donde salvarlas. No obstante, en esta filmación sí que se nos ofrece una historia mínimamente coherente y trabajada, una narración aceptable, buenas actuaciones y una llamativa fotografía que busca ser innovadora.
Como aspectos negativos podemos mencionar que algunas escenas rozan lo paranoico, que el argumento tiene algún que otro error y quizá que no acaba de sorprender, siendo el desenlace bastante previsible. Rodada en blanco y negro, los desnudos gratuitos tampoco podían faltar a la cita con Jesús Franco, aunque ciertamente en esta ocasión no abusa demasiado de ellos.
Respecto al muerto viviente -Andros- es curioso que se cita en varias ocasiones que se trata de un robot, aunque realmente se explica que es un cadáver con un chip en la zona frontal -un chip que en ningún momento se observa en el proceso de reanimación-, por ello para ser asesinado debe ser disparado en la frente. Estamos en una época donde todavía el concepto de zombi es muy difuso y diverso y esta grabación puede ser muestra de ello. El muerto está totalmente pálido, siempre con los ojos muy abiertos, hace gala de una excepcional fuerza y se mueve lentamente de acá para allá como un autómata guiado por ultrasonidos, aunque en el desarrollo de la historia mostrará también que continua con cierta humanidad.
En definitiva, una película poco conocida que viene a demostrar que el Tío Jess también sabía hacer películas entretenidas. Interesante obra sin color, con una trama decente, clara pretensiones artísticas en su fotografía y un peculiar muerto con guantes de cuero negro que termina descubriendo su instinto paternal.
Enlace a escena de la película en Dailymotion.
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