La historia comienza con Helena, una cazanazis que va a visitar a una residencia de ancianos a un antigo oficial nazi con el fin de buscar información sobre Klausener, un sanguinario científico que continúa trabajando en las sombras para conseguir la llegada del III Reich. Un mapa muy concreto lleva a nuestra protagonista hasta un apartado lugar de Europa del Este. Una vez allí Helena se encuentra con Wallace, un conocido suyo que le cuenta que en esa zona se están cometiendo terribles asesinatos a cargo de soldados que fueron sometidos a los experimentos de los científicos nazis.
Helena y Wallace emprenden el camino hacia el lugar exacto marcado en el mapa buscando contactos de la guerrilla. Muy pronto tendrán sus primeras experiencias con los soldados nazis a los que un campo magnético los mantiene con vida y los convierte en prácticamente invencibles. Poco después se encuentran con un escuadrón especial de la ONU que ha sido desplegado especialmente en aquel lugar para destruir el artefacto que mantiene a los nazis con vida.
Después de varios encuentros durante el camino con los zombis nazis, el grupo de soldados, junto con Helena y Wallace, consiguen llegan hasta el búnker donde se encuentra el sistema que produce el campo magnético. En principio no encuentran nada, parece que no hay rastro ni de la máquina ni de los zombis. No obstante, Wallace logra descubrir dónde está escondido el mecanismo y los nazis no tardan en aparecer en unas escenas que nos recordarán en gran medida a la película original.
Mientras los soldados de la ONU van cayendo uno tras otro en el búnker a mano de los muertos vivientes, Helena y Wallace tratan de desactivar la máquina, utilizando para ello un anillo que tomó del antiguo oficial nazi del comienzo de la filmación. Después de varios altibajos, por fin logran desconectar aquel aparato, haciendo que los zombis dejen de ser invulnerables. Helena se lleva la pieza central del artefacto y cuando Wallace la tiene en su poder, traiciona a Helena e intenta matarla. Justo después aparecerán varios aviones para borrar del mapa aquel lugar.
La película concluye con imágenes de Wallace intentando venderle la pieza a Klausener, mientras Helena lo llama por teléfono amenazándole de que ahora ya son dos sus prioridades, dejando totalmente abierto el final en espera de la siguiente grabación de la secuela.
"Outpost: Black Sun" es un trabajo serio, bien producido y con una buena ambientación. De su predecesora de 2008 conserva las escenas de tensión y cierta coherencia argumental, aunque evidentemente se trata de un producto más comercial y mucho menos arriesgado con claras intenciones de convertirse en una franquicia.
A pesar de que las actuaciones no son demasiado brillantes, la buena fotografía y la acción bien dosificada -incluso con algunos pequeños momentos de gore- hacen que no sea complicado seguir con atención una historia que por otro lado es altamente predecible, a excepción quizá de la traición final.
En esta entrega, y a diferencia de la original "Outpost", los zombis son mucho más mundanos, aquí ya no aparecen y desaparecen, sino que son totalmente corpóreos y únicamente resisten los daños gracias al campo magnético. En este sentido, nos explican que logran estos resultados inyectando previamente en las personas ciertas sustancias. Respecto a la caracterización, es cierto que no son los mejores zombis nazis que podemos ver, pero tampoco está nada mal.
En definitiva, una filmación bien trabajada y con cierto interés pero que no llega a levantar la expectación del producto original. Un intento de aprovechar una idea que ciertamente no se explotó lo suficiente en 2008 pero dejando de lado la oscuridad y la claustrofobia que tanto la definían. Aunque puede ser recomendable, nos encontraremos sin duda con una película más mediocre y previsible que la realizada cuatro años atrás.
Trailer (en inglés):
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